PAZ
MALVINAS - HOMENAJE
a todos aquellos jóvenes argentinos que perdieron la vida en una guerra injusta.
“Paz no es la ausencia de guerra. Es una virtud, un estado de la mente, una disposición hacia la benevolencia, confianza y justicia” - Spinoza
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Si la guerra fuera injusta carece su muerte de sentido. Lo que fue loco, fue los que la comandaron. La causa y la guerra fue justa. Como otras causas. Spinoza que a la postre es un filosofo judio sistematico de Occidente, creo que veria bien algunas cosas de la guerra actual de Israel.
La versión más banal de la guerra de Malvinas.
(Marcelo A. Moreno. ClarÃn. 01/04/07.)
Una de las versiones más aceptadas por nuestra
sociedad de la guerra de Malvinas es que se trató de la
última aventura de una dictadura agonizante, decidida
por un borracho en un ataque bobo de delirio etÃlico.
Como casi todas las simplificaciones – cuanto más
cuadradas, mejor -, suelen ser acompañadas por el
éxito. Y esta no constituye ninguna excepción, por lo
cual se ha transformado en una muy popular explicación
de la historia.
La interpretación resulta prolijamente infiel a la
verdad: los planes de los militares argentinos para
recuperar las islas llevaban décadas y la dictadura no
pasaba por momentos crÃticos; apenas sufrÃa la tibia
solicitud de prudentes partidos polÃticos y cordiales
sindicatos para que tuviera a bien conceder el retorno
al sistema democrático.
Desmentida por la historia, esta versión tampoco
soporta el examen de la razón: si hubieran sido asà las
cosas, ¿por qué motivo millones de argentinos se
entusiasmaron en apoyar la causa, llenando las plazas del
paÃs? ¿Fue para mostrar su adhesión a la polÃtica
de los militares?. ¿HabilÃsimos propagandistas de la
dictadura habÃan logrado volcar las masas para su
causa?. ¿O se trató de un simple ataque de imbecilidad
masiva?
Y si fue, en efecto, un delirio a priori condenado,
¿por qué millones y millones de compatriotas siguieron
la guerra con angustia, desazón, dolor y esperanza?
¿HabÃan sido hipnotizados por la seducción
castrense?
Que el relato sea disparatado no es grave: muchas de
las versiones de la historia lo son. La cuestión es
que vacÃa de contenido –casi ridiculiza- los
descomunales sacrificios, la sangre y las vidas que costó el
intento de recuperación de las islas.
Según esta transcripción bendecidamente progre, los
650 soldados que murieron en la guerra, los miles de
heridos y los que combatieron muchas veces con gloria y
siempre con honor, en las peores condiciones, con
armamento escaso y deficiente, bajo un clima atroz y
ante un enemigo abrumadamente superior en equipamiento,
tecnologÃa y logÃstica, apoyado por la mayor potencia
del mundo lo, hicieron inútilmente; el sacrificio no
valió nada.
Y, en realidad, los 650 hombres que dejaron sus vidas
por Malvinas y todos los que padecieron el hierro y el
fuego, las incontables penurias del combate, no
hicieron mas que responder como héroes – es decir, con
su sangre – a un causa legÃtima.
Porque los argentinos – y cualquier opinión sensata
– sabemos que las islas nos pertenecen y su
situación presente es sólo parte del oprobio colonial que
aún castiga al mundo, ante la mirada vacua de oxidados
organismos internacionales como la ONU y la OEA.
¿O parecerá hoy una antigualla recordar que morir
por la patria no es lo mismo que morir a mano de un
chorro, por una bala de gatillo fácil o a causa de una
enfermedad cualquiera?. Que morir por la patria llena a
la misma muerte de una dignidad y sentido supremo. ¿
O habrá que ir a ver la pelÃcula 300, sobre los
heroicos espartanos de la antigüedad para acordarnos que
tenemos héroes?
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