- ¿Qué hay en las palabras además de un mero código de señales? ¿Qué tienen adentro las palabras además de información?
El libro que acabo de terminar, que se llama "La flecha en la niebla", trata precisamente de eso. Creo que lo que hay en las palabras somos nosotros, y que nosotros somos las palabras. Las palabras son algo así como una corporeización de nosotros, a las que les pedimos nada menos que encarnarse en el que nos escucha. Y creo que el sentido, al menos el humano está dado por el poder nombrar. Recuerdo la imagen mítica de Dios haciendo que Adán vaya pasando y nombrando, o sea haciendo propias y estableciendo una relación con las cosas, que así se vuelven significativas. Todo eso se lo debemos al lenguaje. Nada nos resulta humano hasta que no lo nombramos. Podemos tener un instante de asombro, de alegría, pero después necesitamos nombrar a la persona con la que estábamos en el más grande de los orgasmos, para que eso sea nuestro de nuevo. Eso que llamamos sentido nos es dado a través de poder nombrarlo. Aún en el lenguaje no verbal del gesto o el abrazo llega el momento del aterrizar, y el aterrizar, el encarnar para el hombre es el nombrar. Hasta el gesto pide la palabra, aún a costa de achicar la experiencia, pero sin esa reducción el otro tendría menos todavía. No es una elección, estamos constituidos así. Yo tengo la experiencia que tengo porque puedo nombrar eso que estoy experimentando.
- ¿Qué significa la palabra meditación en este momento de tu vida?
- Meditación para mí en este momento significa distancia. La idea de no estar absorbido o chupado. Me da la impresión de que esta cultura está hecha de anular toda distancia, todo está sucediendo todo el tiempo, nunca hay tiempo para otra cosa que no sean perfiles, nunca hay distancia para el rostro. La meditación es la posibilidad de otra perspectiva, que no implica desapego, indiferencia, nada de eso, implica poder ver las formas y no los puntitos. Es una distancia que no es lejanía.
Fuente http://fritzgestalt.com
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Reportaje: Alejandro Napolitano - Fotografías: Marcela Wainer
Sentí frente a él lo mismo que frente al Nietzsche que yo imagino. La presencia de un poeta que filosofa. Hugo Mujica habla como escribe, con extrema lucidez y belleza. Y parece haber aprendido alguna vez, que el secreto del valor de la palabra reside en la hondura del silencio que la cobija.
2 comentarios:
"Podemos tener un instante de asombro, de alegría, pero después necesitamos nombrar a la persona con la que estábamos en el más grande de los orgasmos, para que eso sea nuestro de nuevo."
Me gustó la imagen. Alguien diría que necesitamos rotular los vínculos para saber cómo y qué hacer con ellos.
Es verdad que las cosas, para los humanos solo existen, desde el momento en que se las nombra. Necesitamos de conceptos, de categorías, de relaciones entre las palabras.
Pero como dice Lacan, el lenguaje también encierra la posibilidad del engaño.
Besos.
muy interesante Su!!...........me colgué con:
Me da la impresión de que esta cultura está hecha de anular toda distancia, todo está sucediendo todo el tiempo, nunca hay tiempo para otra cosa que no sean perfiles, nunca hay distancia para el rostro.
Muchos besitos
Silvia
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