Jalousie......Fantasía de Susuru

“l’amor che move il sole e l’altre stelle……”

Otoño del 89.

Renata Pietrasanta y Vittorio Donnangelo ascendieron en el aeropuerto de EL PLATEADO en Bogotá al vuelo 777 de Aerolínea Bottero con destino a Buenos Aires, Argentina.

Al momento de aterrizar en Ezeiza todas sus relaciones estaban enteradas que Vittorio y Renata eran amantes.

Ambos se propusieron alcanzar los objetivos que juntos habían trazado ayudándose mutuamente y fue así como del aeropuerto se dirigieron a : “La Matrera de Dionisio”, finca que había heredado Vittorio a la muerte de sus padres y allí se instalaron .mientras la voz grave y masculina susurraba en el oído tibio de la pequeña y morena mujer: “Sonno il tuo schiavo!!! (soy tu esclavo) Era el favorable indicio de una relación atrevida, osada, poco común y muy sincera. Gozaban estando juntos expuestos a nuevas ideas y experiencias. Compartían actitudes básicas acerca del mundo y filosofaban sobre la vida y el porvenir cada vez que se disponían a comer y tomar algo especialmente preparado por Renata. “spaghetti alla carbonara” y brócolis con ajo, el condimento afrodisíaco de todas sus comidas y de postre: tiramisú, fue la primera cena en el parque, rodeado de árboles y arbustos y engalanado por una “grande fontana” de la cual brotaban en cascada chorrillos de agua cristalina que sonaba como violonchelo en noche estrellada.

A veces se dejaban llevar compulsivamente por arrebatos de irresponsabilidad unidos por una relación de profundo amor. Se sentían felices, jugando como adolescentes casi sin darse cuenta.

Renata buscaba siempre que los ideales de ambos fueran armoniosos y lo invitaba a Vittorio a experimentar esta unión como algo hermoso, salvaje, fuera de lo tradicional, cantando, riendo, bailando descalzos en el parque, desnudos en la sala. Ningún día era igual a otro. Ninguna comida era igual a otra.

Entre ellos se despertaban energías en las cuales la monotonía permanecía ausente. El deseo se manifestaba mediante el olor, el sabor, la textura y la melodía que imponía el ritmo del cuerpo del otro. Cada encuentro íntimo era tan intenso y significativo que lo vivían como un cambio que revolucionaba sus vidas.

El sonido era el lenguaje emisor de los sentidos en una ceremonia que los transformaba y embriagaba.

Se amaban apasionadamente y tendían a idealizar lo que sentían. Viajaban fácilmente a otras galaxias. Soñaban grandilocuentemente. El entorno de La Matrera favorecía la imaginación. Renata y Apolo, Venus y Vittorio. Y así lo vivían en cada instante de encuentro. El erotismo era la respuesta a la imaginación, la fantasía que ambos creaban y recreaban en cada caricia, en cada beso, en cada mirada……

Las palabras: “te quiero”, “te cuidaré siempre”, “soy muy feliz a tu lado”, “no te abandonaré nunca jamás”; eran continuamente expresadas de uno al otro.

Verano.

Naranjos y limoneros en flor salpicaban de motitas de colores el verde del césped cuidadosamente cortado. Pietrasanta y Donnangelo, como esculturas vivientes en ese paisaje aportaban su nota de color y calor, más húmedo, más tropical.

Las palmeras centenarias dejaban ver sus frutos anaranjados como dulces tentadores objetos de deseo. Los colibríes aleteaban sobre el agua de la fuente. Los durazneros y almendros rebozantes de abundancia coloreaban la caída del sol cuando Renata enfundada en un vestido de encaje rojo furioso, bien ajustado al cuerpo, con un hombro al descubierto y un tajo en la falda que llegaba hasta la cadera abraza a Vittorio y en ese Edén se contonean al son de la música que Ning Kam y compañeros interpretan sólo para ellos festejando el primer embarque al exterior de sus cultivos artesanales.

letras e imagen de: Susuru

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