viernes, agosto 28, 2009

Fragmento sobre la Ceguera.

Señoras, señores:
En el decurso de mis muchas, de mis demasiadas conferencias, he observado que se prefiere lo personal a lo general, lo concreto a lo abstracto. Por consiguiente, empezaré refiriéndome a mi modesta ceguera personal. Modesta, en primer término, porque es ceguera total de un ojo, parcial del otro. Todavía puedo descifrar algunos colores, todavía puedo descifrar el verde y el azul. Hay un color que no me ha sido infiel, el color amarillo. Recuerdo que de chico (si mi hermana está aquí lo recordará también) me demoraba ante unas jaulas del jardín zoológico de Palermo y eran precisamente la jaula del tigre y la del leopardo. Me demoraba ante el oro y el negro del tigre; aún ahora, el amarillo sigue acompañándome. He escrito un poema que se titula “El oro de los tigres” en que me refiero a esa amistad.
Quiero pasar a un hecho que suele ignorarse y que no sé si es de aplicación general. La gente se imagina al ciego encerrado en un mundo negro. Hay un verso de Shakespeare que justificaría esa opinión: “Looking on darkness which the blind do see”; “mirando la oscuridad que ven los ciegos”. Si entendemos negrura por oscuridad, el verso de Shakespeare es falso. Uno de los colores que los ciegos (o en todo caso este ciego) extrañan es el negro; otro, el rojo. “Le rouge et le noir” son los colores que nos faltan. A mí, que tenía la costumbre de dormir en plena oscuridad, me molestó durante mucho tiempo tener que dormir en este mundo de neblina, de neblina verdosa o azulada y vagamente luminosa que es el mundo del ciego. Hubiera querido reclinarme en la oscuridad, apoyarme en la oscuridad. Al rojo lo veo como un vago marrón. El mundo del ciego no es la noche que la gente supone. En todo caso estoy hablando en mi nombre y en nombre de mi padre y de mi abuela, que murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo también espero morir. Se heredan muchas cosas (la ceguera, por ejemplo), pero no se hereda el valor. Sé que fueron valientes.
El ciego vive en un mundo bastante incómodo, un mundo indefinido, del cual emerge algún color: para mí, todavía el amarillo, todavía el azul (salvo que el azul puede ser verde), todavía el verde (salvo que el verde puede ser azul). El blanco ha desaparecido o se confunde con el gris. En cuanto al rojo, ha desaparecido del todo, pero espero alguna vez (estoy siguiendo un tratamiento) mejorar y poder ver ese gran color, ese color que resplandece en la poesía y que tiene tan lindos nombres en muchos idiomas. Pensemos en scharlach, en alemán, en scarlet, en inglés, escarlata en español, écarlate, en francés. Palabras que parecen dignas de ese gran color. En cambio, “amarillo” suena débil en español; yellow en inglés, que se parece tanto a amarillo; creo que en español antiguo era amariello. Yo vivo en ese mundo de colores y quiero contar, ante todo, que si he hablado de mi modesta ceguera personal, lo hice porque no es esa ceguera perfecta en que piensa la gente; y en segundo lugar porque se trata de mí. Mi caso no es especialmente dramático. Es dramático el caso de aquellos que pierden bruscamente la vista: se trata de una fulminación, de un eclipse; pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó (esa lenta pérdida de la vista) cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo.
Para los propósitos de esta conferencia debo buscar un momento patético. Digamos, aquel en que supe que ya había perdido mi vista, mi vista de lector y de escritor. Por qué no fijar la fecha, tan digna de recordación, de 1955. No me refiero a las épicas lluvias de septiembre; me refiero a una circunstancia personal. He recibido en mi vida muchos inmerecidos honores, pero hay uno que me alegró más que ningún otro: la dirección de la Biblioteca Nacional. Por razones menos literarias que políticas, fui designado por el gobierno de la Revolución Libertadora. Me vi nombrado director de la Biblioteca y volví a aquella casa de la calle México del barrio Monserrat, en el Sur, de la que tenía tantos recuerdos. Jamás había soñado con la posibilidad de ser director de la Biblioteca. Yo tenía recuerdos de otro orden. Iba con mi padre, de noche. Mi padre, que era profesor de psicología, pedía algún libro de Bergson o de William James, que eran sus autores preferidos, o de Gustav Spiller. Yo, demasiado tímido para pedir un libro, buscaba algún volumen de la Enciclopaedia Britannica o de las enciclopedias alemanas de Brockhaus o de Meyer. Tomaba un volumen al azar, lo sacaba de los anaqueles laterales, y leía. Recuerdo una noche en que me vi recompensado porque leí tres artículos: sobre los druidas, sobre los drusos y sobre Dryden, un regalo de las letras dr. Otras noches fui menos afortunado. Yo sabía, además, que en esa casa estaba Groussac; hubiera podido conocerlo personalmente, pero yo era entonces, puedo decirlo, muy tímido: casi tan tímido como soy ahora. Entonces creía que la timidez era muy importante y ahora sé que la timidez es uno de los males que uno tiene que tratar de sobrellevar, y que realmente ser muy tímido no es importante, como tantas otras cosas a las que uno les otorga importancia exagerada. Recibí el nombramiento a fines de 1955; me hice cargo, pregunté el número de volúmenes, me dijeron que era un millón. Averigüé después que eran novecientos mil, una cifra más que suficiente. (Quizás novecientos mil parezca más que un millón: novecientos mil; en cambio, un millón se agota en seguida.) Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Otras personas piensan en un jardín, otras pueden pensar en un palacio. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el “Poema de los dones”, que empieza: “Nadie rebaje a lágrima o reproche / Esta declaración de la maestría / De Dios que con magnífica ironía / Me dio a la vez los libros y la noche.” Esos dos dones que se contradicen: los muchos libros y la noche, la incapacidad de leerlos.
Imaginé autor del poema a Groussac, porque Groussac fue también director de la Biblioteca y también ciego. Groussac fue más valiente que yo; guardó silencio. Pero pensé que, sin duda, había instantes en que nuestras vidas coincidían, ya que los dos habíamos llegado a la ceguera y los dos amábamos los libros. Él había honrado a la literatura con libros muy superiores a los míos. Pero, en fin, los dos éramos hombres de letras y recorríamos la Biblioteca de libros vedados. Casi podríamos decir, para nuestros ojos oscuros, de libros en blanco, de libros sin letras. Escribí sobre la ironía de Dios y al fin me pregunté cuál de los dos había escrito ese poema de un yo plural y de una sola sombra. Ignoraba entonces que hubo otro director de la Biblioteca, José Mármol, que también fue ciego. Aquí aparece el número tres, que cierra las cosas. Dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación. Una confirmación de orden ternario, una confirmación divina o teológica. Mármol fue director de la Biblioteca cuando ésta estaba en la calle Venezuela. Ahora es costumbre hablar mal de Mármol o no hablar de él. Pero debemos recordar que cuando decimos “el tiempo de Rosas” no pensamos en el admirable libro de Ramos Mejía Rosas y su tiempo; pensamos en el tiempo de Rosas que describe esa admirablemente chismosa novela Amalia, de José Mármol. Haber legado la imagen de una época a un país no es escasa gloria; ojalá yo pudiera contar con una parecida. La verdad es que siempre, cuando decimos “el tiempo de Rosas”, estamos pensando en los mazorqueros que describió Mármol, en las tertulias de Palermo, estamos pensando en las conversaciones de uno de los ministros del tirano y de Soler. Tenemos, pues, tres personas que recibieron igual destino. Y la alegría de volver al barrio de Monserrat, en el Sur. Para todos los porteños el Sur es, de un modo secreto, el centro secreto de Buenos Aires. No el otro centro, un poco ostentoso, que mostramos a los turistas (en aquellos tiempos no existía esa publicidad que se llama Barrio de San Telmo). El Sur vendría a ser el modesto centro secreto de Buenos Aires. Si yo pienso en Buenos Aires, pienso en el Buenos Aires que conocí cuando era chico: de casas bajas, de patios, de zaguanes, de aljibes con una tortuga, de ventanas de reja, y ese Buenos Aires antes era todo Buenos Aires. Ahora sólo se conserva en el barrio Sur; de modo que sentí que volvía al barrio de mis mayores. Cuando comprobé que ahí estaban los libros, que tenía que preguntar a mis amigos el nombre de ellos, recordé una frase de Rudolf Steiner en su libro sobre antroposofía (que fue el nombre que dio a la teosofía). ..........................................................

Me encontré casualmente con una ex compañera de estudio en Palermo. Y entre tantas cosas que conversamos, me comentó que vivenció un Taller Psicodramático en el cual como motivador de tareas, el Doctor, Coordinador del grupo, leyó lo que acabo de postear, cuya autoría, es del maestro argentino JORGE LUIS BORGES.

Me emocioné al escuchar a Micaela. Me sigo emocionando mientras estoy escribiendo.

Será por qué mi papá estaba quedando ciego antes de emprender su último camino? Será por esas cosas de la vida que yo me sensibilizo?

Que será?...y después de todo....importa mucho? susuru

24 comentarios:

Flor dijo...

Querida, yo también me quedé emocionada y encantada con todo lo que escribió ese tan grande Escritor y Poeta.
Yo empezé a ler y a mirar para mi misma porque yo no sé cual era su enfermidad pero yo tengo Glaucoma, yo puedo algún dia quedarme ciega y no le hago caso. Tengo que hacer todas las noches un tratamiento pero eso como no me gusta no lo hago.(Tu ya sabes que yo soy medio loca jajajaja) De dos en dos años tengo que hacer unos examenes en hospital con unas máquinas que yo detesto hacer, pero no me los pierdo. Lo mio está estable, pero si no hago el tratamiento algún dia tendré un susto...

Muy interesante tu entrada.

Besitos
Flor

SUSURU dijo...

POEMA DE LOS DONES

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.


Jorge Luis Borges, 1960

Pluma de fuego dijo...

Pues yo acabao de terminar ayer noche, El ensayo sobre la ceguera de Saramago y estoy aún absorbiendo de ese libro que me dejó absorto, si no lo has leído hazlo.
Un beso

maria Angeles dijo...

Me encantó este post Su.
Debe ser terrible estar ciego....fisicamente hablando
Porque ciegos de otra clase, hay a montones ( entre los cuales me incluyo)

besos
Maria de los angeles

Maie dijo...

Siempre me imagine la ceguera como una noche negra... nunca había leído esto...me trasmitió esa neblina a veces azu, a veces verde...que duro debe ser perder la vista...

Liliana Lucki dijo...

La explicación de un grande,hemos visto la niebla

incluso algunos colores.

Gracias por lo que compartís con todos nosotros.

Un beso para Flor,que se cuide!!!

Su,mi saludo desde MDQ.

Rorry_la Charo dijo...

Su
Amo a Borges desde la primera frase que leí de él. Admiro esa forma morosa de narrar que tiene, ese ritmo tan especial, el misterio que transmite.
Luego ese poema pasó a formar parte de mi vida. La miopìa, el glaucoma, las cataratas, las operaciones. Recuerdo como me impactó el capítulo de "Un paso al más allá" o "La dimensión desconocida" que se hizo sobre el Poema de los dones.

Y, si, creo que puedo afirmar que la ceguera es luminosamente blanca. Hace casi 10 años, un día amanecí ciega. Pensé que era la luz del sol (pues mi vicio es dormirme con las cortinas abiertar para despertar con su luz), luego comproblé que no veía nada. Aterrada, llame a un amigo que me acompaño a la clínica de mi oculista, me hicieron varios estudios y luego de unas horas, fuí recuperando la visión paulatinamente.
Me hicieron estudios y no tuvieron explicación para lo que me había pasado. Preguntaron si había tenido algun disgusto y no, realmente ese era un período de absoluta calma en mi vida.
Por eso es que puedo asegurar que mientras estuve ciega, estaba rodeada por una extraña blancura. La sensación era de luz que me deslumbraba y no de oscuridad.
Un Beso

SUSURU dijo...

FLOR: tienes glaucoma y no lo tomas seriamente?
Cuidate mucho.
Hacé todo lo posible por seguir siendo vencedora.
besos

SUSURU dijo...

PLUMA DE FUEGO:

Yo v i la película CEGUERA basada en el libro de J. Saramago. Quedé impactadapero Me hizo reflexionar y mucho sobre la ceguera social, la de la vida cotidiana que es e mundial. Somos sordos, mudos y ciegos diferentes acontecimientos. Y al poder corrupto, lo tratamos sólo de ciego o cómo lo clasificamos? Yo me cuestiono acerca de lo planteado por Saramago. Qué conducta elegiríamos si en lugar de ficción los hechos ocurrieran realmente?.
Y el poder de turno: ¿qué modalidad de actuación adoptaría?
Me quedo al momento sin respuestas.
Excelente escrito de Saramago para reflexionar sobre la ceguera y sobre tantas injusticias que nos rodean.

Besos y gracias por traer a mi memoria esta obra.

SUSURU dijo...

Maria Angeles: gracias x pasar.
para mí siento que la pérdida de cualquier capacidad, para el que la sufre debe aser terrible.
Habrá que saberse poner en lugar del otro. Algo que no es común ni sencillo en la sociedad que vivimos.

besazo

SUSURU dijo...

MAIE: a mí me impactó tanto este texto de Borges que ya conocía, que en un momento se me dio por experimentar dibujando en verde y azul solamente.
También jugué con los ojos vendados, intentado concentrarme y describir los colores que veía.
Besotes.

SUSURU dijo...

Liliana: agradezco tu saludo que llega con besos de sal marina.
Supongo que pronto estaré por allí.
Te aviso.
Coincido y lo escribí que FLOR debe cuidarse.

Un beso enorme desde esta jungla de cemento que es Baires.

SUSURU dijo...

RORRY: reconozco que a Borges lo empecé a comprender en mi adultez.
Toda su narrativa, poesía, reportajes...todo no tiene desperdicio.

En mí impacta fuertemente los relatos con espejos y laberintos.

Gracias por todo tu aporte con respecto a este tema del que ebvidentemente conocemos muy poco.

besote

ROBERTO dijo...

en estos momentos están dando por TV la película sobre la vida de Ray Charles.

Te copio aquí parte de su historia, un verdadero ejemplo de resignificación de obstáculos.

Vale la pena además escuchar su música.


La historia de Ray Charles Robinson cuenta que en aquellos momentos ingratos pueden surgir oportunidades impensadas. Lo que no le permitió la vista, se lo dio su instinto musical.
Su don brilló; tanto que se convirtió en el genio del jazz & soul.
La mala racha de su infancia, se disipó con su extraordinaria voz. A los cinco años padeció un glaucoma que lo dejó ciego; a los 15 perdió a su madre y más tarde a su padre. Vivió desde pequeño en una familia pobre, y para mal de males, su vida se mezcló con la heroína.
Nació el 23 de septiembre de 1930 en Georgia, Estados Unidos, y con él, un ser que fusionó, en una misma voz, los ritmos del rhythm and blues (R&B), el rock, el jazz, el gospel y hasta la música country.
Su ceguera no le impidió perfeccionarse en el arte de la música. De niño había aprendido a tocar el piano y cuando perdió la vista continuó estudiando composición por el sistema braille.
En el país del norte, su condición racial fue también otra de las complicaciones que tuvo que afrontar para ascender en su carrera artística. Sin embargo, supo sortear esta suma de adversidades y cruzó a Seattle, donde saltó a la fama.
Allí conoció a Quincy Jones, quien lo acompañó en su carrera.
El gran músico popular tuvo sus comienzos en la década del ´40, imitando lo que hacían los conocidos cantautores Nat King Cole y Charles Brown.
Poco a poco, a través de los años, fue incorporando acordes de distintos orígenes. Así, sus primeros blues se perfilaron como una mezcla de sonidos que encantaba al público.
Más tarde, a esa combinación de acordes,
que incluían al jazz, al blues y al gospel,
se le dio el nombre de soul.
Este grande de la música se ganó la admiración no sólo de sus compatriotas, sino también de una innumerable audiencia en todo el mundo.
El versátil cantante visitó la Argentina por primera vez en 1970, y luego lo hizo en dos oportunidades más. Por esta razón, una multitud de argentinos tuvo la dicha de disfrutar en vivo y en directo sus inolvidables melodías.
Aunque no actuó demasiado en cine, tuvo contacto con este medio por dos razones: porque su voz se escuchaba continuamente en películas, y por haberse estrenado, en 2004, un film con su biografía, cuyo director fue Taylor Hackford.
La interpretación de Jaime Foxx como Ray le valió un Oscar al mejor actor.
El 10 de junio de 2004, Ray Charles falleció. Tenía 73 años.
Ocho meses más tarde, en los premios Grammy, el inolvidable músico se alzó con ocho galardones por su último álbum titulado “Genius Love Company”, en el que participaron B. B. King y Norah Jones.
A ellos hay que sumarle los 12 que ganó en el transcurso de su carrera musical.
No por nada tiene un lugar en el famoso Paseo de la Fama de Hollywood.


buen fin de semana!!!
beso

JoLuis dijo...

impactado por el post que subiste y por algunos de los comentarios que te dejaron, me sensibilicé y armé mi propio post.
Ceguera, miopía, maculopatía, todo lo relacionado con enfermedades de la vista me conmueven muchísimo.
Salu2

Gregorio Omar Vainberg dijo...

Susuru,
Borges y su maestría simple,
una maravilla.

un abrazo

SUSURU dijo...

Para vivir es necesario coraje. Tanto la semilla intacta
como la que rompe su cáscara tienen las mismas propiedades,
sin embargo, solo la que rompe su cáscara
es capaz de lanzarse a la aventura de la vida.

Esta aventura requiere una única osadía: descubrir que no se puede vivir
a través de la experiencia de los otros y estar dispuesto a entregarse.
No importa lo que me espera, yo deseo estar con el corazón abierto.

Que no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien.
Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes, hasta que me hieran.
Déjame ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo para dar esta mañana.
Me pueden reprender por eso, pero no tiene importancia,
mañana, quien sabe, yo seré menos tonto.



Cuando dos personas se encuentran deben ser como
dos lirios acúaticos que se abren de lado a lado,
cada cual mostrando su corazón dorado, y reflejando el lago,
las nubes y los cielos. No logro entender por qué un encuentro genera
lo contrario de esto: corazones cerrados y temor a los sufrimientos.

Khalil Gibrán

Unknown dijo...

Leer a Borges es como recorrer en silencio las calles de Buenos Aires.
Seguro que algo bueno se descubrirá y nos llenará los ojos , aunqué él se refiera a la ceguera.

Sergio dijo...

SU: QUE LINDO Y EMOTIVO ESTO QUE ME HAS HECHO LEER...pOR QUÉ NO LE DIERON EL NOBEL...?? ES GENIAL... ...AHHHH YO NO TE HE OLVIDADO ACÁ ESTOY HUMILDEMENTE.... QUIERO DECIRTE QUE TE ENCUENTRO AUTORIZADA A DECIR LO QUE PIENSAS Y SIEMPRE HAS SIDO GENEROSA...ADEMÁS ERES UN REFERENTE PARA MI...JAMAS DEJARIA DE VER LO QUE ESCRIBES Y PUBLICAS.... TE PROMETO MAS ASIDUIDAD ..cARIÑOS ....SERGIO

I. Robledo dijo...

Me hizo recordar aquel mendigo ciego, en Granada, que pedia limosna, y recordara -en un cartelito- lo terrible "de ser ciego en Granada"...

Una ciudad maravillosa para los sentidos y él ciego.

Un abrazo, amiga

SUSURU dijo...

Beldever, Ser...Antiqva:

Borges Jorge Luis, un gran maestro para todos nosotros, los argentinos, especialmente porteño, por vivir en Buenos Aires y muchos de sus relatos radicados en esta ciudad.

Dejo algo de él que encontré en la net:




Hombre de ficción literaria, paradójicamente favorito de semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece, por la perfección de su lenguaje, la erudición de sus conocimientos, el universalismo de sus ideas, la originalidad de sus ficciones, la belleza de su poesía, una verdadera summa que honra la lengua española y el espíritu universal.

Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Por influencia de su abuela inglesa, fue alfabetizado en inglés y en español. En 1914, viajó con su familia a Europa y se instaló en Ginebra, donde cursó el bachillerato. Pasó en 1919 a España y allí entró en contacto con el movimiento ultraísta. En 1921, regresó a Buenos Aires y fundó con otros importantes escritores la revista Proa. En 1923, publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires. Desde esa época, se enferma de los ojos, sufre sucesivas operaciones de cataratas y pierde casi por completo la vista en 1955. Tiempos después se referiría a su ceguera como "un lento crepúsculo que ya dura más de medio siglo".

Desde su primer libro hasta la publicación de sus Obras Completas (1974), trascurrieron cincuenta años de creación literaria durante los cuales Borges superó su enfermedad escribiendo o dictando libros de poemas, cuentos y ensayos, admirados hoy en todo el mundo. Recibió importantes distinciones de diversas universidades y gobiernos extranjeros y numerosos premios, entre ellos el Cervantes en 1980. Su obra fue traducida a más de veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión. Prólogos, antologías, traducciones, cursos y charlas dan testimonio de la labor infatigable de ese gran escritor, que cambió la prosa en castellano, como lo han reconocido sin excepción sus contemporáneos. Borges falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986.

Por qué no recibió el Nobel de Literatura? un enigma.
Acaso habrá sido por cuestiones políticas o porque se traspapelaron sus datos?

Qué opinan?

Gracias a todos por pasar y dejar sus comentarios.

Rorry_la Charo dijo...

Querida Susu
Tengo entendido que, cuando Borges debía viajar a Chile a recibir ese tan mentado premio recibió, en forma velada, una advertencia de que si lo hací, la Academia Sueca no le otorgaría el premio.
Y él, como fué, a mi entender un rebelde y un anarquista de la cultura, no quiso de ninguna manera, someterse a ese velado chantaje. Y viajó...
Si fué así, reitero mi admiración y respeto a ese hombre para mí genial.

Rina dijo...

Amiga del alma; igual que los demás quedé sensibilizada con lo que compartes...... pensé en una sola palabra: MAGISTRAL !!
ni siquiera me tomé la molestia de buscar el diccionario y ver si era apropiada.... lo dejo así.
Hija de un padre que ciertamente ha luchado con su vista., 2 trasplantes de córnea, dos lentes intraoculares, publicó su primer libro a los 80 años y va por el segundo a sus actuales 83.... recién pasó su 5a. cirugía con láser para ambos ojos.... y sigue leyendo apasionadamente... y al mismo tiempo dejando legado en letras propias....
que el valor no se hereda?
dudo un poco de esa expresión.
un dicho popular refiere que el ejemplo es más fuerte que mil palabras (o estudios).....
gracias por este post.,
rina

Cecilia dijo...

Hola ¿cómo estás? me encantó ese posteo, como siempre Borges magnífico. Saludos nos seguimos leyendo.