martes, enero 01, 2008

Psicología del Amor. De Ana Muñoz

Autora: Ana Muñoz, psicóloga, directora de Cepvi.com

El vínculo afectivo

A la hora de entablar una relación afectiva las personas se comportan de modos muy distintos. Algunos se muestran desconfiados, evasivos o ansiosos mientras que otros no tienen ningún miedo a abrirse a los demás. Unos parecen esperar el rechazo y otros la aceptación. Pero, ¿qué hace que seamos tan diferentes? ¿Somos igual de seguros o inseguros en la infancia y en la edad adulta? ¿Hemos tenido que aprender a amar? El amor es un tema que ha dado muchos quebraderos de cabeza, tanto a quienes lo viven como a quienes tratan de investigarlo. Los psicólogos han estudiado esos lazos de amor que nos mantienen unidos a otra persona y le han dado el nombre de vinculación afectiva o apego. Se define como una relación afectuosa, recíproca, activa y fuerte entre dos personas. Son relaciones que proporcionan sentimientos de seguridad y cuando una persona se ve privada de ellas se siente sola o inquieta. Es decir, echamos de menos a la persona a quien amamos (llamada en psicología figura de apego). Esto es algo que no ocurre con otro tipo de relaciones cuya finalidad es proporcionarnos guía, compañía, diversión, oportunidad de compartir intereses comunes, intercambiar opiniones o sentirse necesitado, etc.

Empezando a amar

La formación de la relación afectiva depende tanto de la madre (o principal cuidador) como del hijo, de manera que ambos están contribuyendo en mayor o menor medida a su desarrollo y mantenimiento. Durante los primeros meses de vida casi cualquier conducta del niño puede promover afecto y ternura en la madre: lloran, sonríen, miran a los ojos, emiten sonidos o balbucean, etc. Este comportamiento empuja a la madre a acercarse y responder a sus necesidades, de forma que el niño se da cuenta de que cuando llora alguien está ahí para consolarlo, darle cariño y alimentarlo. De este modo, va aprendiendo que el mundo es un lugar seguro y desarrolla confianza. (Durante el primer año de vida es imposible mimar demasiado a un niño. El modo de actuar más apropiada es responder en todo momento a su llanto). Más tarde, se sentirá también lo bastante seguro como para empezar a alejarse de su madre y salir a descubrir el mundo que le rodea.

IMAGEN: Madre e hijo Picasso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Su!!

Estoy agradecida por tus comentarios y tambien por lo que compartes aqui, tambien te deseo lo mejor en el 2008 y sienpre, sigue tan alegre, bendiciones de Dios.

JoP dijo...

El niño pedirá (demandará) a través de llanto. El desafío es que la madre interprete ese llanto adecuadamente. Y solo interpreta adecuadamente cuando su deseo, esta en sintonía con los pródromos que constituyen el lugar al que el niño adviene en el seno de la pareja vincular. No estoy tan de acuerdo en que las acciones del niño despierten en la madre sentimientos que la acercarán o la invitarán a recrear un vínculo con el infante. Allí hay un adulto constituído (en el mejor de los casos), un psiquismo maduro y constituído y, obviamente, no es el bebe.