Fue en aquellos veranos en Necochea. Recuerdos casi esfumados que comienzan ahora a hacerse más precisos. Mis cuatro primos y yo en aquel enorme patio de tierra con manzanos y perales como para tentar a un chico de ocho años que llegaba de la Capital. Mi primo Orlando de siete años, a fuerza de constancia lograba meterme en su mundo. Con latas de sardinas vacías y en series de tres o cuatro se desplazaba por el patio de tierra hasta atravesar un puente de madera construido sobre un pozo (que obviamente era el río). Mientras nosotros deambulábamos por los árboles buscando frutas oíamos a Orlando imitar el sonido de un camión subiendo la cuesta…”¡niá, niá, niá”, hacía con la boca mientras vigilaba que la “tropa” de camiones –como él la llamaba- ingresara en perfecto orden al “puente”. Poco a poco me fui incorporando a la tarea de jugar y viví con Orlando y los camiones momentos que fueron cada vez de mayor placer y acepté ya con toda naturalidad que el mundo, el espacio donde desempeñábamos algunos roles relacionados con la carga, desperfecto de los motores y una especie de sociedad que habíamos organizado, era tan real como todos los otros momentos y espacios donde desarrollábamos nuestras vidas. Terminé por tener mi propia tropa “camiones” que fui perfeccionando: latas más grande, de colores. Orlando me dejó generosamente usar su puente o mejor dicho, me dejó ingresar a su mundo.
FIDEL MOCCIO: argentino. psicoterapeuta e investigador. Publicó varios libros sobre Psicodrama, Psicoterapia de Grupo, Stress y Biobeedback, Medios Expresivos y Creatividad.
El fragmento de este post pertenece a su libro "CREATIVIDAD", de Ediciones Aucan, abril 1997.
7 comentarios:
well its nice to know that you have great hits here.
Ingresamos al mundo de los símbolos a través del juego. Lástima que, siendo adultos, muchas veces olvidamos cómo hacerlo.
Todavía no me acostumbro a ver mis fotos en la web... jaja.
Gracias por tanta publicidad... jaja.
Besotes.
Digamos, que no soy especialmente cariñosa con los niños, más bien “chinchona”, no acepto chantajes de ellos, generalmente los hago yo, no suelo ser besucona-asfixiante, pero si quiero un beso ¡Ay de ellos si no me lo dan!, les hago rabiar, les hago trampas, si se trata de ver quien escupe o tira la piedra más lejos, me secare o me cortare el brazo antes que rendirme, si hay que tirarse agua o barro, mejor a capazos…
Y después de todos estos horrores a los que les someto, no consigo quitármelos de encima, no lo entiendo y la única explicación que encuentro al misterio del pegamento, es que los niños agradecen que te comportes con ellos, como ellos lo hacen contigo.
Supongo que ver el ridículo que hace un adulto comportándose como un bárbaro hace que se sientan mayores.
Besos
JOP: este post que elegí sobre el juego de dos niños, que logran convertir con latas de sardinas, hasta una flota de camiones.
Que el relato esté presentado en Necochea, ciudad marítima en la que viví. Que los relate Moccio, a quien tuve el placer de conocer para aprender con él y con sus libros abriéndonos nuevos caminos a la Creatividad, me invadió de ternura...y si los adultos no jugamos más, es cosa nuestra, es nuestra responsabilidad. Acaso jugar no nos conecta con el placer?
Y nada mejor que ilustrar las letras con esta foto tuya. Un puente real, pero que tiene algo mágico, hasta me resulta musical al pensar en el caminar sobre el en medio de la naturaleza. Un puente hermoso, y que esta vacío de gente...quiénes lo habitaban en ese momento? el canto de los pájaros?, el grito de los niños que aún no habían llegado? el abrazo y el susurro de los enamorados que esperaban que asome la luna para dejarse hechizar?...me quedo pensando en cuánto me sugiere esa foto unida al relato de un autor que ya no está entre nosotros, pero que su lectura, me sigue inspirando.
Me gusta que estés presente con tus fotografías.
besote
Petita: jugar por jugar es tan hermoso!!!! para qué buscarle más explicaciones?, disfrute de niños y de adultos? hay que agregar algo más?
besote lúdico
nunca hubiera pensado en un camion hecho con latas de sardinas, será por que estaban en Necochea, y era eso lo que más tenían? me gustó esta historia.
yo jugaba a chocar autitos con mi hermano, pero eran autitos comprados, de madera y cuando nos enojábamos nos tirábamos con los autitos y mamá nos ponía en penitencia.
ahora, las responsabilidades no me permiten jugar, todas son obligaciones
joluis: la creatividad nos permite construir cualquier cosa que imaginemos con los elementos que tengamos más cerca.
Anímate.
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