A veces escalamos la noche
sombra a sombra,
la llenamos de orillas y recuerdos,
de islas y asteroides rotos.
La envolvemos en el velo secreto de una luna
nunca amanecida
y la colmamos de lágrimas
hasta inundar de enero el insomnio.
Subidos al último escalón de la torre,
la vigilia se hace eterna
y la memoria camina en círculo
alrededor del abismo.
Sentimos la desnudez del arco sin flecha,
el disturbio interior del hueso,
el dolor astillado de la médula.
El alma es entonces
un triste muro derribado,
la soledad de un liquen
que crece
entre los restos de un naufragio.
Y cuando llega el alba
y el calor del sol
nos pone de nuevo
el chaleco salvavidas,
nos aferramos al tiempo
y nadamos sin tregua hacia la costa.
©Fernando Luis Pérez PozaAprilia, Italia, 9 de diciembre de 2006 FOTO: Puerto Madero - Buenos Aires - Argentina
2 comentarios:
"Y cuando llega el alba
y el calor del sol
nos pone de nuevo
el chaleco salvavidas,
nos aferramos al tiempo
y nadamos sin tregua hacia la costa."
¿será que a pesar de todo, siempre estamos dispuestos a reintentar????
el que niegue no haberse sentido así: miente!
in
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