"Si no encuentro callampas frescas y debo recurrir a las secas, las remojo en media taza de un buen vino tinto hasta que se esponjen alegremente, mientras me bebo el resto del vino con toda calma. Luego pico el ajo por el puro gusto de olerme los dedos, porque igual podría usarlo entero, y lo frío junto a las callampas y champiñones en el aceite de oliva, revolviendo con fervor por unos cuantos minutos, no los he contado, pero digamos cinco. Agrego el caldo, el oporto y el aceite de oliva trufado, no todo, dejo un par de gotas para ponerme detrás de las orejas, no olvidemos que es afrodisíaco. Aliño con sal y pimienta, y cocino a fuego suave con la olla tapada hasta que las callampas se ablanden y la casa huela a paraíso. Al final lo trituro en la licuadora; esto es lo menos poético del cocinamiento, pero inevitable. Debe quedar con una textura algo gruesa, como de lodo, con un perfume que hace salivar y llama a otras secreciones del cuerpo y del alma. Me coloco mi mejor vestido, me pinto las uñas de rojo y sirvo la sopa decorada con crema agria en platos calientes".
Fragmento del libro: AFRODITA
“Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana. Paseando por los jardines de la memoria, descubro que mis recuerdos están asociados a los sentidos”. Isabel Allende
2 comentarios:
Ummmm...nunca había pensado en
los momentos que no aproveché!!!
lamentaré otras cosas pero eso............. no había venido a mis recuerdos......
gracias por esta probada del libro... me gustó eso de un perfume que hace salivar y llama a otras secreciones del cuerpo y del alma........ mmmmm!!
y esa sopa dónde se cocina? si hasta el aroma se huele por el modo que está escrita la receta
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