Encapsular el delirio. Susuru

Qué acierto acompañar a Carlo en este viaje a Florencia y conocer el lugar de mis ancestros. Qué acierto, placer y asombro recorrer Signoria.

Como salidas de un sueño las estatuas esculpidas a la perfección se nos fueron presentando en plena calle. El David me dejó anonadada. Imposible encontrar las palabras adecuadas para describir el éxtasis generado por el arte tan cercano.

Qué maravillosos momentos pasear tomados de la mano bajo un dorado cielo primaveral atrapados de tanta exuberante belleza y compartir el entusiasmo junto a Carlo que me obligaba a girar con él, elevar la mirada al cielo, abrir los brazos y agradecer a Dios por este regalo anhelado. Qué maravillosa mezcla de etnias, colores, lenguaje en la multitud que como nosotros intentaba abrirse paso para detenerse y seguir andando como si formáramos parte de un elenco abrazado por la cultura. Qué gracioso entablar un diálogo en italiano cuando Carlo me dice:

- Senti. Io ho sete. Andiamo in quel bar ?

- Buona idea. HO sete anchío e poi sono anche stanco ).

- Ci sediamo dentro o fuori

- Beh, ma dentro , no ? Fuori fa un po ´freddo, dai !

Ambos soltamos una estruendosa carcajada mientras llegaban el capuchino con un panino que ordenamos al mozo. Atardecía y radiantes de felicidad nos dirigimos a conocer el Ponte Vecchio. El Arno verde uva enmarcaba los latidos presurosos de los enamorados.

Descubrí en ese instante el brillo de ls ojos de Carlo y nos fundimos en un abrazo.. Ahhhh!!!!. Italia….Florencia……Un sueño imposible convertido en realidad. Y el tiempo transcurría manso como ese río con historia y aromas de mi infancia. Susurrando estaban alli las voces de mis orígenes. Un respetuoso silencio ante los recuerdos y tanta majestuosidad fue iluminado por las estrellas que asomaban a un cielo azul cobalto.

Hora de ir a cenar.

Dos bistec a la florentina con vino chianti y gelato de zabaione con frutas. - ¿Cuántas veces llenamos las copas brindando con algarabía? Ambos pensábamos: “ la vida es tan corta”, ...“hay que vivir el presente”. Al día siguiente Carlo exponía en el Congreso Internacional de Salud Mental. Era hora de regresar al Barrio Santa Croce donde nos alojábamos.

Profundamente dormidos uno en brazos de otro en la habitación 1054 del Hotel Mediterráneo. A las ocho en punto de un jueves brillante de mayo, Carlo partió con sus papeles. Un beso deseándole suerte fue nuestra corta despedida. Yo me ubiqué en una butaca de la sala de conferencias esperando su ponencia.

El éxito fue su aliado. Sus colegas lo aplaudían y ovacionaban de pie. Lágrimas de emoción rodaban por mis mejillas. Del micrófono a todo volumen la voz de Carlo repetía como el eco:

Logré encapsular el delirio!!!

Logré encapsular el delirio!!!

Mi gratitud a Antiqva por las fotos que me permitieron esta ensoñación. Y a Ale por su ayuda con el idioma.